A 102 años de la masacre obrera de 1922

El 15 de noviembre de 1922, el Ecuador presenció una masacre que marcó a su historia laboral y social. Bajo el gobierno de José Luis Tamayo, el ejército, con varios batallones, disparó contra trabajadores que protestaban en Guayaquil, exigiendo condiciones dignas. Este suceso, que dejó incontables muertos y desaparecidos, permanece en la memoria colectiva como el primer baño de sangre del proletariado ecuatoriano.
Joaquín Gallegos Lara, en su novela Las cruces sobre el agua, testimonia este dolor con una dedicación especial a la Sociedad de Panaderos de Guayaquil, quienes entregaron su vida por un Ecuador más justo. Sin embargo, los responsables nunca fueron juzgados, y el Estado jamás reconoció su rol en este crimen.
Hoy, 102 años después, la fecha sigue siendo un recordatorio de la deuda pendiente con el movimiento obrero. Urge que el país reconozca este doloroso episodio y rinda homenaje a quienes murieron luchando por justicia social y derechos laborales.