El reciente anuncio del presidente Daniel Noboa sobre permitir bases militares extranjeras en Ecuador abre un debate crucial. Si bien la intervención de Estados Unidos podría fortalecer el control sobre el narcotráfico, también pone en evidencia la incapacidad para manejar la seguridad interna. Aceptar este tipo de ayuda es, en cierta medida, admitir que la corrupción ha penetrado profundamente en las instituciones ecuatorianas y que al Gobierno le quedó grande el reto. Lo que es peor confirmar que fracasó el Plan Fénix. Más que apostar por la militarización, los países desarrollados deberían enfocarse en fortalecer la educación en naciones como Ecuador. La verdadera solución a los problemas de seguridad no reside en la presencia de bases militares, sino en la formación de ciudadanos capaces de construir sociedades justas y equitativas. Es hora de priorizar el conocimiento y las oportunidades antes que las armas y los conflictos.