Sus amigos son los que se quedan maravillados cuando ingresan a la casa de don Carlos Raúl Salcedo, un exdocente que en estos últimos 25 años se ha convertido en todo un artesano. Desde que lo que empezó como un hobby se convirtió en una pasión, él ha elaborado más de 400 figuras de madera.
Su historia
Todo esto empezó con la creación del Colegio Técnico Rumipamba, institución ubicada al sur de la capital imbabureña.
Este plantel recibió máquinas por parte de organizaciones de países como Estados Unidos y Canadá. Los docentes, entre ellos don Carlos Salcedo, aprendieron a utilizar las máquinas para posteriormente enseñar a los estudiantes.
Por otro lado, antes de dedicarse de lleno a crear arte en madera, don Carlos fue unos 8 años docente de primaria y, luego, de secundaria. Por varios años dio clases de matemáticas a cientos de estudiantes de la Unidad Educativa Teodoro Gómez de la Torre.
Crear artículos, la pasión de Carlos
Una vez que la jubilación provocó que quede al margen de la docencia, se dedicó de lleno a perfeccionar su arte para crear una serie de artículos en madera.
Acompañado de música de antaño. Por ejemplo: pasillos, pasacalles o sanjuanitos, da rienda suelta a su imaginación y se pasa horas y horas cortando madera en un sierra especial, poniendo piezas por aquí o pegando otras por allá.
Se le da muy bien el arte de reproducir en madera una serie de vehículos.
Por ese motivo, profesionales del volante que son parte del servicio de transporte urbano en la ciudad o personas que manejan grandes trailers han conocido del talento de este artesano y se han acercado hasta él para que les dé elaborando una réplica en madera de sus automotores.
En el espacio que don Carlos tiene destinado para su arte, llama la atención ver réplicas de la Torre de Pisa, de la Torre Eiffel o de autos de la Segunda Guerra Mundial.
Por otro lado, explicó que también contaba con una réplica del coliseo Romano, pieza que, por sus detalles, tardó seis meses en dejarla completamente terminada.
Ese artículo lo fue construyendo en la época de la pandemia de a poco, y cuidando hasta el más mínimo detalle. Sin embargo, el coliseo ya no está porque fue adquirido para exhibirlo en un salón italiano situado dentro de la capital imbabureña.
“Me siento feliz y muy tranquilo haciendo esto. Me pongo a trabajar y, cuando menos pienso, ya llegó la hora del almuerzo. Cuando estoy armando algo por la tarde también se me va ‘volando’ el tiempo”, explicó.
Añadió que son sus amigos quienes le sugieren que construya alguna pieza en especial.

La materia prima
Para este tipo de trabajo, la materia prima es esencial. Por ese motivo, don Carlos recorre los aserradores de la ciudad en busca de cucharillo, ya que éste sirve para elaborar las llantas de los vehículos y de otros detalles. También ocupa ciprés, ya que es el tipo de madera que necesita para que sus creaciones queden como él desea.
Un visitante
Andrés Ruiz, quien tuvo la oportunidad de observar y palpar el trabajo del artesano imbabureño, mencionó: “Es inevitable no dejar de admirar tantas piezas bien elaboradas. Se nota la paciencia, la pasión y el amor que le pone don Carlos a cada uno de sus trabajos. Él también es una muestra de que cuando se quiere alcanzar algo con dedicación y esfuerzo se lo consigue”.