La captura de dos de los hombres más peligrosos y buscados por la Policía, por sus vínculos con la guerrilla y el narcotráfico, habla de un efectivo trabajo binacional por la seguridad. Primero fue Carlos L., alias ‘El Gringo’, el comandante del frente Oliver Sinisterra de las disidencias de las FARC y una semana después (ayer) la captura en Guayaquil de Henry L., alias ‘El Alacrán’, una de las principales cabezas del negocio de la cocaína en Colombia. Todos estos resultados hacen posible que la “guerra” declarada por el gobierno ecuatoriano, al crimen organizado, no se quede solamente en la detención de pequeñas agrupaciones o pandillas. No basta el control en las cárceles, es solo un elemento.