Manuela y Hermelinda Amaguaña son amigas desde hace más 20 años. Las dos comparten llevan el mismo apellido y comparten el mismo oficio. Son tejedoras, artesanas que mediante sus manos han sacado adelante a sus familias. Justamente hoy, 5 de noviembre, se conmemora el Día Nacional del Artesano. Su historia, así como el de cientos de artesanos más, son apasionantes, cautivadoras y de superación.
“Desde los 8 años bordó. Mi mamacita Pastora Cazatuña me enseñó este arte. Yo dibujo y luego lo tejo. Esto lo hago desde hace más de 30 años”, recuerda Manuela, mientras teje un camino de mesa. Sus puntadas son precisas, van dando colorido y vida a un oficio que se niega a morir. “Con el bordadito logré sacar adelantes a mis hijos. Ellos son profesionales, mi hija sigue bordando a pesar de que sigue en la universidad”, recalca.
La historia de Manuela es la misma entre cientos de mujeres que se dedicaron a este oficio. Hermilinda también teje y lo hace desde hace más de 20 años. Aunque aprendió a tejer mientras estudiaba en la escuela Rumiñahui hoy Unidad Educativa Rumipamba en La Esperanza, al sur de Ibarra.
El gremio artesanal es uno de los más numerosos y su aporte al desarrollo socio-económico del país es muy importante. Su precisión y empeño se aprecia en cada una de las obras que elaboran y, para conmemorar a todos ellos, cada 5 de noviembre se celebra el Día del Artesano en Ecuador.