En el Ecuador de hoy, la democracia enfrenta un desafío preocupante. El presidente Daniel Noboa ha iniciado un peligroso juego político al desconocer a Verónica Abad, su vicepresidenta electa por voto popular. Su decisión de colocar mediante decreto a una vicepresidenta “a su medida” revela una intención clara de socavar la voluntad popular y concentrar el poder. Este comportamiento representa más que una simple diferencia política: es un ataque directo a los principios democráticos. ¿Está buscando Noboa un colaborador dócil en lugar de respetar la representación elegida por los ciudadanos? Su actitud evidencia un preocupante autoritarismo que amenaza las instituciones republicanas y el espíritu de la representación democrática. La ciudadanía debe mantenerse alerta ante estos intentos de manipulación institucional que erosionan la legitimidad del gobierno y debilitan una frágil democracia.