Ecuador llega a las elecciones de 2025 en un escenario complejo. La crisis de inseguridad, sin antecedentes en la época de la democracia, ha sembrado el miedo, debilitando la confianza en las instituciones y poniendo a prueba nuestra resiliencia como sociedad. Sin embargo, el país no está condenado al caos.
El voto de este año no solo elegirá gobernantes, sino que marcará un antes y un después en la lucha por recuperar la paz. La desesperanza no puede ser la respuesta; la participación ciudadana debe ser el primer paso para exigir soluciones reales y efectivas.
No podemos permitir que la violencia nos arrebate el futuro y peor que los políticos nos dividan. Si la política ha fallado, es momento de redefinirla. Que estas elecciones sean un mensaje claro: el Ecuador que queremos no se impone con miedo, sino con democracia y decisión ciudadana. Votar no es solo un derecho, es nuestra mayor defensa.