Los miembros de las bandas delincuenciales de “Los Lobos”, “Los Choneros” y “Los Tiguerones” exhiben tatuajes de animales salvajes en su piel, los cuales se han convertido en una señal distintiva frente a la sociedad, otros grupos criminales o hasta con la Policía.
Los miembros de organizaciones optan por tatuar leones, tigres y lobos, así como armas de fuego y lágrimas en sus cuerpos, simbolizando su lealtad a grupos relacionados con el narcotráfico en el país. Estos tatuajes no solo representan su afiliación a estas bandas, sino que también constituyen prejuicios de diverso tipo.
Realidad en el país
Las bandas criminales de Ecuador ocupan tatuajes para identificar a sus miembros. Quienes no pertenecen a estas bandas han decidido ocultar sus tatuajes por temor a ser confundidos.
Los tatuajes también pueden tener consecuencias significativas para los ex miembros de pandillas, especialmente cuando intentan dejar atrás su pasado y reintegrarse en la sociedad. Aquellos con tatuajes visibles pueden enfrentar discriminación al buscar empleo, lo que dificulta su proceso de alejarse del estilo de vida de las pandillas, según el informe elaborado por Infobae.
Un símbolo de membresía
Los tatuajes de pandillas carcelarias enriquecen la autodefinición de un individuo al transmitir visualmente la membresía, el estatus, el rango y los logros personales en la pandilla. También reflejan los logros profesionales pasados y posibles metas futuras.
Los autores identifican cinco etapas distintas en la carrera moral de un miembro de una pandilla carcelaria: preiniciado, iniciado, miembro, veterano y superior.
Estos tatuajes pueden transmitir diferentes niveles de compromiso y resaltar las características en las que el usuario está más comprometido, lo que los denominan “carreras morales.”
Este fenómeno guarda similitud con el modus operandi de las maras en El Salvador, donde las pandillas también emplean tatuajes como un signo de pertenencia y fidelidad a su grupo.
En Ecuador, bandas como “Los Lobos”, “Las Águilas”, “Los Lagartos”, “Los Tiguerones” y “Los Choneros”, se asocian con carteles mexicanos y colombianos, contribuyendo al crecimiento del poder y la violencia del narcotráfico en el país. Los tatuajes pueden también simbolizar actos de violencia o actividades delictivas en las que el ciudadano haya estado involucrado.
Estas marcas no se limitan solo a los cuerpos de los miembros de estas bandas, sino que también se extienden a las paredes de cárceles. La cultura del narcotráfico se manifiesta no solo a través de los tatuajes, sino también en la música que enaltece a los traficantes.