La Vigilia Pascual no es solo un rito; es una espera profunda que nace del silencio del sepulcro. El Sábado Santo, dentro del calendario cristiano, representa el momento más denso del misterio: Jesús ha muerto, y la humanidad guarda silencio. No hay misa, ni se consagra la Eucaristía. La Iglesia, como la primera comunidad cristiana, permanece en vela, entre el duelo y la esperanza. La Vigilia Pascual comienza al anochecer. El fuego nuevo rompe la penumbra y el Cirio Pascual se eleva como símbolo de Cristo resucitado. Luego, las lecturas bíblicas recorren la historia de la salvación, hasta llegar al anuncio de la Resurrección. Es un relato vivo, donde se pasa de la tiniebla a la luz, del miedo a la fe. Comprender estos momentos previos a la Resurrección permite experimentar con más hondura el gozo pascual. No se trata solo de recordar, sino de renovar el corazón. Porque esperar en la oscuridad es ya un acto de fe.