En el resplandor matutino de un nuevo día, Erika Estrella Ruiz se encuentra envuelta en un aura de plenitud y gratitud.
Con cada paso que da en el pasillo del avión, lleva consigo el peso de su historia, la luz de sus sueños realizados y el orgullo de representar a su pueblo, su cultura y su pasión. Tiene 28 años de edad, se siente realizada y no olvida a sus raíces.
Una vida de sueños
Desde temprana edad, Estrella albergaba en su corazón un deseo ardiente: volar alto, tanto literal como figurativamente. “Mi sueño de ser la señorita de los aviones, como les decía, vino desde que tenía tres años. Nunca tuve miedo de volar, irónicamente me gustan las turbulencias”, dice con la sencillez del caso.
Fue un viaje entre Quito-New York con su papá José Ruiz, le marcó significativamente su vida.
Con ojos llenos de asombro, observaba cómo los aviones surcaban el cielo, imaginando un día formar parte de ese mundo fascinante. Sin embargo, como una niña Kichwa Otavalo en Ecuador, su sueño parecía estar suspendido en el aire, fuera de su alcance.
Pero solo fue eso, pues su tenacidad y ganas de salir adelante le permitieron ir forjando su sueño.
Con el paso de los años, esa determinación la llevó a recorrer un camino marcado por la preparación y la constancia. Se sumergió entre sus estudios de lingüística, el trail y el andinismo, esta última su otra pasión.
Su otro estilo de vida
“He subido casi todas las cumbres de Ecuador. Subir la Imbabura me da paz”, lo dice con la seguridad del caso. Sabes que cada cima, cada montaña, cada desafío, cada contratiempo, solo aviva su fuego interior, fortaleciendo su resolución y su convicción, muy características del Pueblo Kichwa.
Erika encontró su lugar en el cielo, no solo como una azafata, sino como la primera Tripulante de Avión Kichwa Otavalo de Ecuador.
En ese momento, todo cobró sentido: los sacrificios, las lágrimas, los momentos de incertidumbre quedaron atrás.
Cada experiencia pasada se convirtió en un peldaño en su ascenso hacia las estrellas. Hoy, cuando ella camina por el pasillo del avión, lleva consigo una historia de determinación, coraje y esperanza. En la comunidad de Peguche, en la parroquia de Miguel Egas, Erika Estrella, es un símbolo viviente de que los sueños, por más inalcanzables que parezcan, pueden convertirse en realidad si uno está dispuesto a perseverar.