En la ciudad de Ibarra, la preparación de la fanesca durante Semana Santa mantiene una tradición donde los granos no solo cumplen una función alimenticia, sino también simbólica. Cada ingrediente tiene una denotación transmitida de generación en generación.
“La fanesca es un plato típico que forma parte de la cultura del Ecuador, sobre todo de la Sierra. La gente mayor asocia los 12 granos con los apóstoles de Jesús”, informó Edgar Palacios, párroco de iglesia La Merced.
En mercados como el Amazonas, la Playita y en las ferias agroecológicas como la de ‘Llacta Pura’ ubicada en los exteriores de la terminal terrestre quienes se enfocaron en comercializar los ingredientes para la preparación del platillo, los cuales fueron comercializados con alta demanda en los días previos a la Semana Mayor.
Entre los granos más utilizados se encuentran fréjol, chochos, habas, arvejas, lentejas, maíz tierno, además de zambo, zapallo y otros productos de temporada.
Simbolismo de los granos
De acuerdo con la tradición popular y oral, cada grano tiene un significado representativo. El fréjol por ejemplo, se relaciona con la unión entre personas; y los chochos con la humildad.
Las habas se relacionan con la esperanza; las arvejas con la pureza; las lentejas con la constancia y el maíz tierno con la sabiduría ancestral.
El zambo y el zapallo están asociados con la misericordia; la alverja seca con la memoria colectiva; el poroto con el trabajo conjunto y el garbanzo con la fe.
Asimismo el trigo con la abundancia. Por otro lado, el bacalao aunque no es un grano, también forma parte de la receta y está asociado con la figura de Jesucristo.
“El pescado significa lo que Jesús multiplicó los peces. Es importante recordar que el mismo es el signo del cristiano. Pero sobre todo el platillo es compartir en familia y sentirnos hermanos”, aseguró Edgar Palacios.
párroco de La Merced.
Testimonios
“La preparación de la fanesca continúa siendo una práctica activa que combina aspectos culinarios, religiosos e históricos. Los granos que la componen no solo aportan sabor y nutrición, sino que también representan una forma de preservar la memoria colectiva y las tradiciones que nos enseñaron”, dijo Fausto Pérez de 70 años.