“Gracias Dios mío por regalarme este homenaje”, fueron las primeras palabras que Hugo Oswaldo Serrano Tamayo mencionó tras recibir la Condecoración Asamblea Nacional del Ecuador “Doctor Vicente Rocafuerte”, por su valioso aporte a la hípica del país. El fundador de la Cacería del Zorro, evento que en octubre de 2022 cumplió 50 años de creación, agradeció a su familia y amigos, y recordó que en la primera competencia, en 1972, solo participaron 14 jinetes, pero al ver la calidad de la carrera, se despertó una gran afición y emoción en la gente.
Hugo, apoyado en su bastón y de la mano de su hijo menor, Vinicio, recordó que en la primera Cacería estuvo perseguido por un gran jinete, Hugo Logroño, al mismo que ganó en Quito. “En nuestros arrebatos de valor y dignidad, me di una vuelta por la tribuna 1, que estaba en construcción, y entré con mi caballo a la laguna de Yahuarcocha, a unos 150 metros de la orilla. Ahí me atrapó Hugo, mis respetos para él”, señaló con notable nostalgia.
Para el fundador de la Cacería del Zorro, la importancia de este evento, no es más que el premio al sacrificio, entrega y voluntad, que puso en impulsarlo desde el primer día.
Vinicio Serrano, hijo ‘Ñañugo’, como lo llaman sus amigos cercanos, contó una breve biografía de su padre, quien nació en Quito y contrajo matrimonio con su madre, Pilar Serrano, quien lo apoyó y motivó durante toda su vida. De aquella unión nacieron cuatro hijos, Hugued, Claudio, Lorena y Vinicio. “El joven matrimonio tomo la decisión de vivir en la hermosa Ciudad Blanca, a la que siempre se vuelve, el 19 de enero 1966”, dijo el menor de los Serrano Serrano.
Hugo tuvo un breve paso por el Ejército, en donde empezó con la hípica con sus profesores, prestigiosos oficiales formados en Chile. En Ibarra, cuando vivía en la casa de la familia Merlo, detrás del colegio Sánchez y Cifuentes, aprovechó unos terrenos planos, porque estaban urbanizando, y empezó a dar clases gratuitas de equitación, construyendo obstáculos con troncos.
Sus primeros alumnos fueron los ibarreños, Joaquín Lalama, Marcelo Herrera, José Monge, Marcelo Donoso, Raúl García, Jorge Madera, Iván y Fausto Endara, Rafico, César y Wilson Larrea, Pablo Madera, Luis Cabezas y sus hijos, a quienes transmitió, además de conocimientos, disciplina, valor, decisión, coraje y el amor y respeto a los caballos.
Su hijo contó que, con el apoyo y perseverancia de ‘Ñañugo’, se fue organizando el Club Hípico Ibarra, ganando competencias nacionales e internacionales con grandes jinetes a nivel nacional. Por los excelentes resultados, sus amazonas y jinetes se ganaron el sobrenombre de los ‘Biónicos de Ibarra’, ya que cabalgando caballos criollos sacados de las haciendas, ganaban a ejemplares importados de Europa y Estados Unidos.
A Hugo Serrano su calidad humana y don de gente, le permitieron vincular a la equitación ibarreña, con la Federación Ecuatoriana de Deportes Ecuestres, consiguiendo la asignación de una fecha en el calendario hípico nacional para organizar un concurso de salto en las fiestas de Ibarra, evento que se mantiene hasta la actualidad, además de la famosa Cacería del Zorro.
“Su liderazgo se plasmó con el ejemplo, conduciendo a sus nobles corceles de nombres: ‘Paisano’, ‘Leo’, ‘Arabesco’, ‘Quintan’, ‘Simba’, ‘Muchacho’, ‘Rayo’, entre otros, con quienes alcanzó sendos triunfos nacionales e internacionales”, relató su hijo en la entrega de la condecoración.