Un terremoto de magnitud 7,8 sacudió a poblaciones de Siria y Turquía, dejando una huella difícil de borrar. La naturaleza provoca daños irreparables, muertes, daños y pérdidas que nunca se podrán recuperar. Los equipos de rescate buscan a los sobrevivientes y miles de personas han fallecido o están heridas entre los escombros. La UNICEF habla de la grave preocupación por los niños que corren peligro de resultar heridos o morir durante el colapso de las infraestructuras. Los damnificados necesitan urgente refugio, agua segura y elementos esenciales de higiene. Las familias afectadas permanecen en las calles y áreas abiertas. La comunidad internacional debe hacerse presente.