El activismo de Daniela Villalba con el pueblo afroecuatoriano surge desde que era una niña, pues desde muy pequeña, se dio cuenta que luchar por sus derechos no era algo pasajero, sino para toda la vida. Pero no pensó solo en ella, sino en todos quienes la rodeaban. Desde entonces, se ha involucrado en procesos educativos, académicos y culturales que recuperan la identidad de su pueblo.
Daniela nació en Quito, hace 30 años. Su infancia vivió en el sector de la Mena, en el sur de la capital. Cursó la escuela en el sector de Toctiuco, ubicado en el centro de la ciudad. Comenta que su madre, abogada de profesión, fue su ejemplo y fortaleza a seguir, de ahí que, cursó sus estudios de colegio en la U.E. Manuela Cañizares.
La joven indica que el colegio fue determinante para consolidar su activismo por los derechos del pueblo afro, pues de entre más de 3 mil estudiantes, solo cinco compañeros eran afrodescendientes.
“Me pregunté, por qué solo seis compañeros afros estábamos en el colegio, además, siempre estuve rodeada de racismo, en las aulas escuche comentarios como: esto es una merienda de negros o ¿no sabía que esa información ya llegó al valle del Chota?. Eso me impulsó a luchar”, dijo Daniela.
Sus estudios universitarios cursó en la Universidad Central, se graduó como docente, luego, decidió seguir la carrera de Derecho. “Mi madre, desde que era pequeña, trabajó en los tribunales, en la Judicatura, siempre estuve rodeada del mundo de la abogacía, conocía términos e incluso cómo se llevaban procesos. Después del colegio me dirigía al trabajo de mi mamá”, aseguró con nostalgia.
El activismo
Inicio este camino en el Servicio de Jesuitas de Refugiados. Además, a sus 19 años, ya pertenecía a la Federación de Grupos Negros de Pichincha, con quienes participó en congresos de pueblos afroecuatorianos a nivel nacional.
Viajó a España para participar en el encuentro entre culturas, donde aprendió métodos de sensibilización a través de la educación.
Daniela se vinculó con los procesos de activismo en su adolescencia, en aquel entonces, vivía en la zona de Quitumbe, extremo sur de Quito. Junto con sus vecinas conformó un colectivo de ayuda para madres soltera afroecuatorianas, promocionaban emprendimientos gastronómicos y comida solidaria. “En Quitumbe, me di cuenta de que había más mujeres afro, tanto de Cuba, Colombia y Ecuador, todas en condición de movilidad humana.
Durante los últimos años, Daniela ejerció su profesión como docente en los programas del Patronato Municipal de Quito. Fue parte del proyecto gugua quinde con niños en situación de calle. Ganó una beca de intercambio, durante un mes permaneció en los EE.UU donde aprendió sobre liderazgo afro-americano. Ganó el premio José Illescas.
Canela y Purpura
La pandemia fue una de las razones por las que Daniela vino a la tierra de su padre Ibarra. En la Ciudad Blanca trabajó en organizaciones como HIAS, Alas de Colibrí y actualmente trabaja en el Consejo Noruego para Refugiados.
Trabaja en la organización Canela y Purpura, la cual trabaja en temas de etnoeducación, derechos y lucha contra el racismo en la ciudad de Ibarra. También, participa en el proyecto somos semillas. Insiste que faltan procesos de formación para jóvenes y niños.