En Latinoamérica, visitar a los difuntos y llevar flores es una tradición profundamente arraigada que simboliza el respeto, el amor y la conexión con los seres queridos que ya no están. Esta práctica, que se realiza especialmente durante el Día de Todos los Santos y Día de Difuntos (1 y 2 de noviembre en ese orden), refleja una visión de la muerte como parte de un ciclo natural, donde el recuerdo mantiene vivos a los fallecidos en la memoria colectiva. Las flores en las tumbas, especialmente las de colores cálidos, representan la vida y el renacimiento. Y por supuesto está la colada morada que se originó hace más de 5 mil años en las civilizaciones indígenas precolombinas, quienes la preparaban con una intención espiritual (la sangre). Según algunos investigadores, los pueblos indígenas usaban como ingrediente principal el maíz negro molido, la mora y la naranjilla. Finalmente, la guagua de pan que simboliza el cuerpo del difunto amado.