María Belén Villarruel define su participación al reinado de la parroquia de Caranqui 2024-2025 como un acto de resiliencia personal. Para ella, este evento no solo representa un certamen de belleza, sino una oportunidad para reencontrarse consigo misma a través de la labor social.
Oportunidades
Con ilusión ve cómo su camino de candidata le abre nuevas perspectivas. Especialmente con el respaldo incondicional de su familia y amigos, quienes la inspiran a convertirse en una gran representante de su barrio Guayaquil de Caranqui.
Entre sus principales propuestas destaca la creación de espacios seguros y recreativos para niños, adolescentes y personas de la tercera edad. “Mi idea es gestionar el desarrollo de cursos gratuitos, donde puedan disfrutar y expresarse”, comenta María Belén, subrayando su compromiso.
Además, la promoción de la salud es otro de sus enfoques. Se siente profundamente comprometida con este tema, porque dentro de su proyección profesional desea estudiar Fisioterapia. Actualmente, también se prepara para rendir el examen que le permitirá cumplir este sueño.
Adquirir enseñanzas
Mientras se acerca el día del evento, María Belén experimenta una mezcla de nerviosismo y expectación. Sabe que la elección será reñida, pero está decidida a dar lo mejor de sí misma. Más allá del resultado final, su mayor deseo es disfrutar.
Considera esta participación como una ocasión única de crecimiento personal, una etapa para adquirir nuevas habilidades, forjar recuerdos duraderos y llevar consigo lecciones valiosas que aplicará en su vida futura.
“Es un bonito momento en mi vida, que llegó cuando más lo necesitaba y lo recordaré sin importar el resultado. Estar cerca de la gente y de mi parroquia me ha llenado de alegría. Solo tengo palabras de agradecimiento para quienes me respaldan”.
Su participación en el reinado de la parroquia Caranqui es solo el comienzo de un camino que, con certeza, estará lleno de éxitos y contribuciones significativas a su parroquia.
En cada paso que da, reafirma su labor por el bienestar de los demás. Justamente, demostrando que la verdadera belleza radica en la capacidad de transformar positivamente la vida de quienes la rodean.
