Moradores del barrio La Joya, cansados ante la inseguridad que se genera a diario en su sector, solicitan la oportuna intervención de la Policía Nacional, a través de rondas frecuentes, que disipen la presencia de presuntos antisociales y consumidores de sustancias sujetas a fiscalización.
Expendio de drogas
Un secreto a voces recorre por las calles de esta localidad, el cual está vinculado al comercio de drogas. En este sentido, los vecinos coinciden en que desde hace mucho tiempo atrás se expende esta mercadería ilícita, que resulta prácticamente un imán para personas sospechosas, quienes acuden a toda hora del día a adquirirla.
“Se ha venido deteriorando el barrio por este tema. Suelen haber personas en condiciones precarias que acuden a comprar. Ellos mismo por falta de dinero y de comida empiezan a asaltar a los jóvenes estudiantes que transitan en la noche, y a amedrentar a los transeúntes en general”, comentó un habitante de La Joya, quien prefirió mantener su nombre en reserva.
Acciones en barrio La Joya
Alexandra Otavalo, ex presidenta del barrio, informó por su parte que si bien ha empeorado, esta problemática es de siempre, debido a que la persona que estaría vendiendo las sustancias sujetas a fiscalización, es una moradora.
“La Policía tiene pleno conocimiento. Se han hecho las investigaciones conmigo mismo (cuando era presidenta). Se ha dado seguimiento a este caso, pero sucede que simplemente la detenían 2 o 3 meses, luego salía y no ha pasado nada, continúa vendiendo”, manifestó.
Alternativa
Con la finalidad de contrarrestar esta situación, otra de las propuestas, además de la presencia policial frecuente que se pide, sería la aplicación de justicia indígena a las personas desconocidas que causan zozobra en la zona, para que reciban un escarmiento, y si es posible adopten otro estilo de vida.
Al respecto, la ex dirigente señaló: “Actualmente tenemos la presencia incluso de ciudadanos extranjeros que están consumiendo a diestra y siniestra. Lo hacen en la misma calle sin reparo alguno. Si bien contamos con nuestras alarmas comunitarias, parece que ya no les tienen miedo, porque simplemente se esconden en la misma casa en donde compran”, cerró con dezazón.