La Nicaragua de hoy ya no es la que era; tampoco su presidente, Daniel Ortega, quien como exjefe guerrillero logró la derrota del dictador Anastasio Somoza. Hoy es comparado, por sus acciones, con el personaje que él mismo ayudó a derrocar. Cuando se supo de la liberación de 222 presos políticos, el mundo lo vio como un paso positivo, pero luego vino la decepción cuando se anunció el despojo de la nacionalidad de quienes no siguen las pautas del régimen. Ese fue un paso preocupante en la dirección contraria. Octavio Enríquez, miembro de #CONNECTASHub en un interesante reportaje, concluye que “el aparato institucional actuó en cuestión de horas en función de los intereses del dictador”.