IBARRA.- Jorge Palacios es un cirujano manabita que ha transformado miles de sonrisas desde que inició con un grupo de profesionales la Fundación Rostros Felices, en 1988 y precisamente Ibarra fue la primera ciudad en beneficiarse de operaciones gratuitas de labio leporino y paladar hendido.
A los 10 años salió de su ciudad natal a estudiar en Guayaquil, en una academia militar y en realidad, su idea era formarse como piloto de combate, pero es un médico que se graduó de la Universidad de Guayaquil; hizo su residencia durante tres años en cirugía general en el Hospital del Instituto de Seguridad Social en Guayaquil.
Después salió del país a Buenos Aires, Argentina, donde estudió su posgrado de cirugía plástica. Además, viajó a California, Estados Unidos, para hacer una pasantía por ocho meses en la Universidad Stanford. Finalmente regresó a su país para brindar sus servicios en el Hospital Luis Vernaza (Guayaquil), donde creó el primer departamento de cirugía plástica que funcionó desde 1977.
Fue en 1990 que se formó de manera oficial la Fundación Rostros Felices, “fue justamente aquí en Ibarra donde hicimos el primer viaje como fundación”.
El objetivo del programa, de acuerdo al doctor Palacios, quien estuvo operando el viernes y sábado en el hospital San Vicente de Paúl, es ayudar “a gente tremendamente necesitada y que lamentablemente la comunidad no está en capacidad de ayudar a todos estos niños”.
El equipo de profesionales de la fundación tiene seis viajes en el año a diferentes provincias, que recorren en una buseta conducida por el mismo doctor Palacios.
El precursor de la campaña gratuita ‘Rostros Felices’ explica que el 90 % de los niños que nacen con fisura de labio son hijos de agricultores, es decir, esto se produce por contaminación ambiental y por el mal uso de pesticidas.
Como cirujano “obviamente nuestra responsabilidad va directamente a ver cómo solucionamos el problema que existe en ese instante”.
El doctor Jorge Palacios se graduó de cirujano plástico a los 33 años, “como la de Cristo” dice entre risas. Ahora, a sus 77 años sigue mejorando la vida de las familias y asegura que se siente con la capacidad, “todavía tengo para largo, pero será hasta cuando Dios quiera”.