La democracia depende de la aceptación de los resultados electorales como un pilar fundamental de la convivencia política. Esto no significa que todos deban estar de acuerdo con los resultados, pero sí que se deben respetar los procesos y mecanismos democráticos establecidos para expresar desacuerdos y preocupaciones. La alternancia en el poder a través de elecciones libres y justas es esencial para el funcionamiento de una democracia saludable. Por otro lado está en juego la legitimidad que se refiere a la aceptación y reconocimiento por parte de los ciudadanos y la comunidad internacional de la autoridad de un gobierno y la unidad que el mismo pueda ejercer en todos los actores de la sociedad.