La salud del Papa Francisco, de 88 años, ha generado una profunda preocupación a nivel mundial. Desde su hospitalización el 14 de febrero en el hospital Gemelli de Roma debido a una neumonía bilateral, su estado ha sido crítico. Aunque ha mostrado ligeras mejorías, continúa bajo estricta supervisión médica.
En su Argentina natal y Latinoamérica, comunidades vulnerables elevan oraciones por su pronta recuperación, recordando su cercanía y compromiso con los más necesitados. La posible pérdida del primer Papa sudamericano tendría un impacto significativo en la región, dado su papel como voz moral y defensor de causas sociales y ambientales. A nivel global, líderes religiosos y fieles se unen en plegarias, reconociendo la influencia del Papa Francisco en temas como la justicia social y el diálogo interreligioso. Su ausencia dejaría un vacío notable en la Iglesia Católica y en la comunidad internacional.