El brutal episodio de violencia registrado en el parque del Itchimbía, con una estudiante de colegio no es solo un caso aislado, sino el reflejo de una crisis que demanda respuestas inmediatas y coordinadas. Mientras el Ministerio de Educación aplica sus protocolos, surge una pregunta fundamental: ¿estamos abordando las causas de fondo? La responsabilidad trasciende las aulas. Las familias deben asumir un rol activo en la formación de valores y el control del comportamiento de sus hijos. Los centros educativos, por su parte, necesitan herramientas más efectivas para prevenir y sancionar estos actos. Igualmente preocupante es la viralización de estas imágenes violentas. Quienes graban, comparten y difunden estos videos perpetúan el daño a las víctimas y normalizan la violencia. Es imperativo establecer sanciones claras para estas conductas. Autoridades, familias y comunidad educativa: el momento de actuar es ahora. No más medidas tibias.