Un operativo policial permitió la desarticulación de una peligrosa banda delictiva dedicada al secuestro, extorsión y robo de carga pesada en las carreteras del país. El golpe se dio tras una investigación de tres meses liderada por la Dirección Nacional de Investigación de la Policía Judicial, PJ, en coordinación con la Fiscalía General del Estado.
Los sujetos
Entre los hechos más recientes asociados a la organización, constan el intento de asalto a un camión cargado con maíz, ocurrido el pasado 26 de febrero y el asalto consumado a un tráiler con 680 quintales de azúcar el pasado 1 de abril, en plena vía a Quito, según información proporcionada por la entidad del orden.
El grupo de delincuentes estaría presuntamente vinculado al Grupo Armado Organizado (GAO) “Los Lobos”, una organización criminal que al parecer se dedicaría a delitos de delincuencia organizada, robo en ejes viales, robo a personas, secuestro y extorsión.
La intervención dejó como resultado cinco personas detenidas mediante boletas judiciales y dos más aprehendidas en flagrancia.
Según información oficial, varios de los detenidos registran antecedentes penales por robo, ocultación de cosas robadas, asociación ilícita, tráfico de drogas, y tenencia ilegal de armas. Las autoridades presumen que la banda actuaba como una célula operativa de “Los Lobos”, y supuestamente extendieron su influencia hacia los corredores logísticos del país, donde las mercancías transportadas representan objetivos lucrativos.
Usaban estrategias
Las investigaciones revelaron que el grupo delictivo operaba bajo un esquema bien estructurado. Seleccionaban estratégicamente puntos clave en ejes viales como el bypass de Quevedo para interceptar violentamente a vehículos de carga pesada. Una vez identificadas sus víctimas, utilizaban armas de fuego y armas blancas para someterlas.
El objetivo de la banda al parecer era el secuestrar conductores, extorsionarlos y apropiarse de mercadería de alto valor comercial. Los uniformados detallaron que la banda empleaba amenazas y agresiones físicas para intimidar a sus víctimas. Además, operaban tanto en zonas urbanas como rurales, expandiendo su radio de acción a las provincias de Los Ríos, Santo Domingo de los Tsáchilas y también en Pichincha.