En medio de la adversidad, cuando la naturaleza se desata con fuerza, como lo acontecido en el sector de Cartagena en la parroquia de El Carmelo, en Tulcán, la solidaridad emerge como un faro de esperanza que ilumina el camino hacia la reconstrucción y la recuperación. Los desastres naturales nos recuerdan la fragilidad de la vida y la importancia de unirse como comunidad para enfrentar los desafíos que se presentan. En estos momentos críticos, son visibles actos de altruismo y generosidad que conmueven profundamente. Desde vecinos que se ofrecen a ayudar a limpiar escombros, hasta voluntarios que arriesgan sus vidas, la solidaridad se manifiesta en gestos grandes y pequeños.