IBARRA.- Antes de las 08:00, se revisaban los últimos detalles para iniciar con la procesión de Viernes Santo. En la Iglesia de Santo Domingo, se congregaron fieles católicos y sacerdotes, quienes de la mano de Monseñor René Coba comenzaron un recorrido de fe por la Ciudad Blanca.
Este año, la procesión fue distinta, no estaban presentes cucuruchos y las imágenes santas no fueron trasladadas en andas. No hubo miles de seguidores en la peregrinación, como es la tradición. Monseñor Coba prefirió visitar ocho templos de Ibarra, el objetivo fue estar más cerca de la gente e impartir la palabra de Dios.
En una motobomba del Cuerpo de Bomberos se trasladó la imagen de Jesús del Gran Poder, durante el recorrido, permanecieron a su lado Monseñor Coba, el padre rector de La Catedral, Saúl Bedón y el padre Willian Reyes, de la Iglesia de San Vicente de Ferrer.
El recorrido
En cada una de las iglesias visitadas, tanto los párrocos como los moradores, prepararon un altar con la imagen de Jesús en la Cruz, fondos morados, flores blancas y velas encendidas generaban un aire de espiritualidad y redención.
Por ejemplo, en la Iglesia de Caranqui en el atrio se colocó un pequeño altar, a su alrededor varias personas rezaban, el padre Gonzalo Flores recibió a la caravana y agradeció su presencia, mientras el Monseñor explicaba el significado del Viernes Santo como un acto de amor de Dios a la humanidad.
Con emoción y firmeza Monseñor Coba invitó a los feligreses a participar el próximo año en procesión tradicional de Viernes Santo. “En Guayaquil en la procesión del Cristo del Consuelo asistieron más de mil personas, en Quito son 200 mil, el otro año Ibarra tendrá una procesión con la presencia de 5 mil fieles, todo es la fe”, expresó .
El sentir de la gente
En la iglesia de San Juan Diego, el padre Rolando Carrión mencionó que luego de dos años de pandemia, este fue un reencuentro especial. “Con precaución y cuidado, nos reunimos para vivir los Misterios de Semana Santa, este año nos adecuamos a las circunstancias, pero cada detalle hecho con amor, con fe es lo que nos llena , comentó.
Jorge Jurado, fiel de la Iglesia de San Juan Diego, con lágrimas dijo que contar con la presencia del Monseñor fue un acto de comunión, agradeció ser parte del encuentro.
Los feligreses
Con diez días de anticipación, los devotos de la Iglesia Cristo Resucitado, se prepararon para representar las estaciones de la muerte y pasión de Cristo. Luego de dos años de pandemia, más de 200 personas se congregaron, desde las 09:00, para preparar el Viacrucis.
Soldados romanos, cucurucho, verónicas, apóstoles formaban parte del escenario que recordaba la crucifixión de Jesús. Tres cruces fueron colocadas frente al templo eclesiástico: la de Cristo, del Buen ladrón y la del Mal Ladró.
El momento más emotivo, donde corrieron lágrimas en los ojos de los asistentes, tanto niños, como adultos y jóvenes, fue cuando los soldados romanos entregan a María a su amado hijo Jesús y llora al verlo muerto.
La preparación
El padre Galo Potosí, de la Iglesia de Cristo Resucitado, comentó desde la procesión empezó a las 10:00, partió desde el Parque del Avión y recorrió varias calles del sector.
“Llevamos 10 años realizando la procesión y cada vez perfeccionamos lo que vamos haciendo. Cuando empieza la Cuaresma iniciamos con el proceso de selección de los personajes, preparamos a los niños y jóvenes de la catequesis, quienes se visten de cucuruchos, incluso hacemos un libreto y realizamos repasos”, mencionó el padre Potosí.
También, comentó alrededor de 200 personas se unieron a la procesión, entre ellos, padres de familia, moradores, colaboradores de la parroquia eclesiástica y muchos más. “Dios nos da una nueva oportunidad, sobrevivimos a la pandemia, superamos las dificultades y la iglesia debe manifestarse públicamente en su fe”, comentó el sacerdote.
Los participantes
José Salazar, de 68 años, representó, por primera vez, a un soldado romano, pertenece al grupo religioso Juan XVII. Contó que en su querida Azaya representó a Cristo en la Cruz por más de 20 años. “No importa a quien representemos, sino el acto de amor a Cristo”, dijo.
De igual manera, Mauricio Enríquez, quien representó a Jesús durante todo el Viacrusis mencionó que es la tercera ocasión que interpreta al Hijo de Dios.
Para Enríquez la experiencia cambió su forma de ver la vida, dijo que comprende la inmensidad del amor de Dios por la humanidad, al entregar a su hijo a la Cruz. “Es un papel muy difícil de representar, porque vivo en carne propia lo que Cristo sufrió. Uno siente el peso de la Cruz y en cada estación me pregunto ¿Cómo Dios puso soportar tanto dolor? ¿Cómo fue cada paso de camino al calvario?”, comentó Enríquez.
Melany Puma, de 14 años, representó a un cucurucho, vestía un traje morado que le cubría los pies y una máscara en forma de cono con agujeros en los ojos. Participó junto a sus compañeros de catequesis de la procesión, quienes en los próximos meses, realizarán la Confirmación.
La joven mencionó que es la primera vez que representa a un alma en pena que quiere redimir sus pecados. Mayra Bilbao es madre de Melany y agradeció a que tras la pandemia, que se llevó a la muerte a varias personas, este año pudo ser parte de la procesión junto con su hija.