La muerte de Fernando Villavicencio cambio el panorama del debate presidencial organizado el pasado domingo por el CNE. El minuto de silencio propuesto en el arranque no bastó para aplacar la indignación al mirar, vacío, el tercer atril por la izquierda -flanqueado por los candidatos Bolívar Armijos y Luisa González. Ese sitio estaba reservado a “Don Villa”, como se hizo conocer tras sus continuas denuncias de casos de corrupción. Sus propuestas, ideas, pensamientos fueron silenciados. Posteriormente se impidió el ingreso de su reemplazo Christian Zurita, alegando que su candidatura no estaba todavía en firme. Fuera de todo lo dicho, faltó una voz y un argumento. Son ocho candidatos, no siete.