Las cárceles del país han sido, desde 2020, escenario de una serie de muertes con una cifra que rebasa los cuatrocientos privados de la libertad asesinados, producto de enfrentamientos entre bandas rivales que se disputan el control interno de los centros de reclusión. El sábado en Ibarra y con hermetismo de las autoridades del SNAI se registraron dos reos fallecidos quienes se encontraban detenidos y tenían antecedentes. El mismo día en la Penitenciaria, tres PPL resultaron heridos y para amanecer el domingo se escucharon detonaciones. Tres hechos al hilo, con un Estado que gasta su presupuesto en nuevas elecciones y tiene un sistema de rehabilitación que se “desangra”.