IBARRA.- Es docente, capacitadora, tutora de un grupo de danza, canta, es madre y padre también para sus dos hijos. Gabriela Morocho tiene el 80 % de discapacidad visual, pero eso no le impide hacer todas estas actividades que a ella le apasiona.
Cuenta que una negligencia médica causó su discapacidad, “yo nací a los seis meses de gestación y cuando me pusieron en la incubadora no me cubrieron los ojos, y eso provocó que se me desprendan las retinas”.
Estudió Ciencias de la Educación Básica y ejerce su profesión en la Unidad Educativa Nuestra Señora de Fátima. Además, tiene una tecnología en Arte y Ciencias Musicales.
Sus dos hijos, Axel Daniel, de 6 años y Matías Sebastián Cuchala, de 12, tienen la suerte de estar con su mamá en la misma institución, “yo los crío sola”, dice Gaby, como le dicen sus allegados.
Es profesora de segundo año y a sus estudiantes les enseña a leer y a escribir. Pero mientras tanto, los días martes y jueves se traslada al centro cultural El Cuartel para trabajar con el grupo de danza ‘Sin Fronteras’ de personas con discapacidad, donde ella es tutora.
Actividades
En cuanto a la música, se dedica los fines de semana a cantar las eucaristías o en eventos sociales donde es invitada. Con la música empezó a los cinco años motivada por su papá, quien ya falleció. Pero fue a los 15 cuando un profesor de su colegio le dio algunas clases técnicas, “desde ahí nunca dejé de cantar”.
Asimismo, cuenta que la situación económica es la que le obligó a buscar otras alternativas de trabajo y por eso se dedica a hacer algunas actividades. Cuando la invitan a cantar se va con sus dos hijos, pero si ya es muy lejos su mamá le ayuda, “ella ha sido la que toda mi vida me ha apoyado, sin el incentivo de mi mamá yo no fuera lo que soy hoy”.
Detalla que con su mamá, Consuelo Benítez, aprendió a dejar la vergüenza de la discapacidad, “cuando era niña sufrí de bullying, entonces esa fuerza que las madres nos dan, nos permite salir adelante y dejar a un lado esos miedos”.
Adaptación
Al ser una docente, también tuvo que suspender las clases presenciales para cambiarse a la virtualidad en los momentos críticos de la pandemia. “Fue muy difícil porque en la computadora no miro casi nada a pesar de todos los programas que tiene”.
El celular fue la principal herramienta que utilizó para las clases virtuales, “creé un canal de YouTube solo para poder dar clases a través de mis propios videos”. A pesar de los difíciles momentos que generó la pandemia y la crisis que ocasionó también, a Gabriela le sirvió para aprender mucho, “para inventar cosas que no se hacen comúnmente, por ejemplo la mayoría de personas trabajan con la computadora, yo todo lo hago con mi celular”.