Así se la vendió, o por lo menos se la quiso vender, como la obra más importante de la historia del país. Y los es, en la teoría. Se trata del Metro de Quito, una obra que en el siglo pasado era impensada y hoy ya está funcionando desde alrededor de cinco meses, entre reclamos y falencias; correcciones y aclaraciones. Ahora resulta que todavía no cuenta con un contrato para el mantenimiento, de sus 18 trenes y que para variar no cuentan con aire acondicionado. La responsabilidad del cuidado de los vagones, que a diario transportan a más de cien mil habitantes en la capital ecuatoriana, está a cargo de ocho técnicos de la propia Empresa Metro de Quito, capacitados en cuatro días. El tiempo de preparación puede resultar corto, para conocer a fondo el funcionamiento de los carros y es un detalle no menor. Pero lo que sí preocupa, en lo particular, es que no se haya planificado con tiempo este detalle. Así son los tiempos políticos.