Las clases virtuales, vigentes desde el 9 de enero, con motivo del conflicto interno armado que vive Ecuador, se ha convertido con el pasar de los días en un motivo más de preocupación de madres, padres y hermanos, que se sienten “desesperados” “abrumados” “castigados”, entre otros tantos calificativos que han llegado, como comentarios, a nuestras redes sociales. La idea de mantener seguros a los estudiantes dentro de las casas trajo problema concretos: “amenazas virtuales” que instalaron temor en alumnos; y segundo: las clases virtuales no cuentan con el acompañamiento de los padres, como ocurrió en pandemia. Hoy los niños están solos frente al computador. Habrá que evaluar su aprendizaje