La década de los 30, en Ecuador, significó un avance en la recién nacida industria fílmica nacional. Con teatros de lujo como el Olmedo de Guayaquil, el Sucre de Quito y el Bolívar, también capitalino, comenzaron a promocionarse películas con contenido nacional producido a manera de productos turísticos exploratorios que mostraban la belleza de los parajes ecuatorianos.
‘Guayaquil a vuelo de pájaro’ de Manolo Ocaña, ‘Un viaje por Manabí’ de Rodrigo Chávez, ‘Chimborazo’ producto turístico de Olmedo Films e ‘Incendio’ de Alberto Santana gracias a la colaboración del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil; fueron entre otras las cintas que, según la investigadora de cine Wilma Granda reflejaron la intención de poner en escena un cine, que en otras latitudes como México y Argentina estaba en franco crecimiento y comenzando su Edad de Oro.
Según detalla la Cinemateca, los primeros cinco años de esta década, con la renuncia del Presidente Isidro Ayora en 1931 empieza un periodo de inestabilidad económica y social para el Ecuador que daría como resultado catorce Presidentes distintos en el periodo de 1930 a 1948.
En 1932 las calles de Quito se convierten en trincheras y un grupo de militares y obreros conservadores defienden la elección del hacendado Neptalí Bonifaz quien es rechazado por parte del Congreso por haber afirmado, en alguna carta del pasado, ser de nacionalidad peruana.
Casi dos mil muertos, se dice, produjo esta guerra civil, ninguna filmadora rondaba las calles de Quito y ese evento es sólo registrado en fotografías. Mientras tanto, el cine sonoro llegaba a las salas guayaquileñas y dos extranjeros, el chileno Alberto Santana y el argentino Francisco Diumenjo, estrenarían las únicas películas ecuatorianas de los primeros cinco años de la década de los 30.
El pasillo y el amor romántico serían los temas elegidos para llenar las salas de los cines de estas dos urbes ecuatorianas. La segunda mitad de los 30 sorprendieron a los espectadores con filmes de carácter exploratorio como ‘Vikingos en las Islas de las Tortugas Galápagos’ de Rolf Blomberg quien además se adentra en la Amazonía, con la película ‘Los Cazadores de cabezas’.
MIRE EL ARCHIVO DE BLOMBERG
En esta misma década, inspirados en ‘El Cantor de Jazz’ la primera película sonora en el mundo, se lanzan a producir la cinta sonora titulada ‘El Pasillo vale un millón’, del mismo Santana que, en 1939, no consiguió financiamiento por el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Los 40 llegaron con nuevos aires. Se crean Los Talleres y Laboratorios Cinematográficos Ecuatorianos (TILCE) con el apoyo del ilustre médico guayaquileño Leopoldo Izquieta Pérez y más adelante se inicia un programa comercial para la circulación de películas en 16mm.