Cada segundo sábado de febrero celebramos el Día Mundial del Cine, una fecha para homenajear el impacto del séptimo arte en nuestras vidas. Sin embargo, en Ecuador, esta celebración llega con una preocupación latente: el progresivo desmantelamiento del fomento cinematográfico. Desde la fusión del ICCA con el IFAIC en 2020, las convocatorias han sido cada vez más erráticas y limitadas. El cine nacional, que había alcanzado hitos históricos en producción y reconocimiento internacional, hoy enfrenta un panorama incierto.
Las recientes categorías de apoyo parecen desvinculadas de las necesidades reales del sector y dejan de lado formatos clave como el largometraje y el documental. Mientras el mundo celebra el poder del cine, en Ecuador nos preguntamos si el Estado seguirá apostando por la industria o si el 2025 marcará el declive de una cinematografía en crecimiento. La respuesta definirá nuestro futuro cultural.