Lee y escucha el relato completo de Dorys Rueda:
Hace muchos años, el volcán Rucu Pichincha se enamoró de María Isabel Nieves Cotacachi, un cerro cerca de Quito. Un día, Rucu Pichincha se armó de valor y le declaró su amor. Sus palabras, sinceras y tiernas, cautivaron a María Isabel. Ella le confesó que también lo amaba, y juntos tuvieron un hijo llamado Guagua Pichincha. Sin embargo, su amor se desvaneció con el tiempo y Rucu Pichincha se alejó, llevándose a su hijo.
Un corazón roto
María Isabel, sumida en la tristeza, lloró tanto que sus lágrimas formaron la laguna de Cuicocha. Este lago, conocido también como “Lago de los dioses”, refleja el alma de María Isabel, una madre que sufrió por su hijo perdido. La laguna se volvió un lugar sagrado, donde los habitantes realizan baños de purificación en el solsticio de verano.
La laguna de Cuicocha también inspiró leyendas. Se cuenta que un grupo de estudiantes de Otavalo, durante una excursión, alquiló botes para cruzar a los islotes. Uno de los botes se volcó y los jóvenes, aterrorizados, pidieron ayuda a la Virgen María, quien los salvó.
Otra historia narra cómo un conductor, desesperado por el amor, condujo su vehículo a la laguna y aceleró para caer al agua. Aunque encontraron el automóvil, nunca hallaron su cuerpo. Los habitantes decían que “las aguas se lo tragaron”. En algunas noches, se ven destellos de luz en los islotes, que la gente atribuye a las almas de aquellos que murieron en la laguna. Estas “almas perdidas” buscan redención o ser recordadas. Algunos creen que estos fuegos fantasmales son un mal presagio para los jóvenes irresponsables que van a la laguna a beber.
La laguna de Cuicocha, con su belleza natural y su conexión espiritual con la tierra, es un testimonio del amor de una madre por su hijo perdido y un lugar de encanto, magia y misterio.
Conexión especial
Este espectáculo natural de belleza, de conexión espiritual con la tierra, se volvió sagrado para los habitantes de la región, por ser un testimonio vivo y eterno del amor de una madre por su hijo perdido. Ahora, sigue siendo un escenario de un ritual sacro. Cada año, en tiempo del solsticio de verano, se realizan baños de purificación a sus orillas.
Este majestuoso sitio también ha sido fuente de inspiración para poetas y escritores que han exaltado su imponente y maravilloso paisaje. Un sitio de encanto, magia y misterio, donde han germinado las leyendas vinculadas a las almas perdidas, la muerte y los amores desafortunados.
