La sociedad humana siempre ha dependido de su capacidad para alimentarse. Ningún país puede prosperar, ni siquiera sobrevivir, con suelos pobres, sin semillas nativas, ni tecnología agrícola independiente. Sin embargo, esa es precisamente la situación en Ecuador.
Nuestros suelos se han degradado al menos en un 50%, nuestras semillas de hortalizas provienen de proveedores extranjeros y nuestra tecnología agrícola depende de equipos e insumos de grandes corporaciones multinacionales.
Los insumos químicos degradan el suelo mediante diversos mecanismos, como desequilibrios nutricionales, acidificación, salinización y contaminación. El uso excesivo de fertilizantes provoca desequilibrios nutricionales, mientras que la aplicación de ciertos productos químicos altera el pH del suelo, causando acidificación o alcalinización. Además, la escorrentía química y la eliminación inadecuada de residuos pueden introducir sustancias tóxicas en el suelo, lo que provoca contaminación.

Los bancos de semillas nativas son cruciales para preservar la biodiversidad y garantizar la supervivencia a largo plazo de las especies vegetales, especialmente aquellas amenazadas por la pérdida de hábitat, el cambio climático y otras presiones ambientales. Actúan como una especie de seguro, resguardando el material genético que puede utilizarse para la restauración de los ecosistemas, la resiliencia agrícola e incluso el desarrollo de nuevas variedades de cultivos.
La dependencia de la tecnología agrícola extranjera es peligrosa debido a los actuales desarrollos geopolíticos de una crisis económica mundial y al potencial de una guerra global. Las condiciones actuales son similares a las del mundo anterior a la Primera y la Segunda Guerra Mundial, con una economía basada en la deuda y múltiples guerras locales creadas por las dos grandes superpotencias, Estados Unidos y China.
La deuda global es tres veces mayor que la economía y se está acelerando, con muchos países imprimiendo moneda fiduciaria sin respaldo. La deuda estadounidense respecto al crecimiento económico es del 120%, la de Ecuador del 55%, la de Corea del Sur del 216% y la de China del 77%. Estas crecientes proporciones son insostenibles y son la razón de las guerras para ganar cuota de mercado y acceso a mano de obra extranjera barata y materias primas.
Muchos economistas predicen una gran recesión para fines de 2025 o principios de 2026. Sin embargo, algunos sugieren que hay muchas burbujas económicas mucho peores que la Grande Recesión de 2009, una posible depresión global como la de 1929. Otra posible amenaza a la estabilidad económica es una guerra global, la Tercera Guerra Mundial.
Si los productores ecuatorianos no pueden, económica o logísticamente, importar tecnología agrícola, mejorar la calidad de nuestros suelos o continuar utilizando semillas resistentes a plagas y patógenos, estaremos a merced del mundo exterior y de la naturaleza en caso de una grave recesión económica, mucho peor que la que estamos viviendo, o de una guerra mundial.
Ecuador debe desarrollar un plan agrícola nativo para su supervivencia. La única tecnología posible es la Agricultura Metabólica, que solo requiere la fermentación natural de microorganismos aerobios para inocular el suelo, remediar los residuos químicos y sales, regenerar el microbioma del suelo y proporcionar alimentos nutritivos y densos para la salud y la vitalidad de todos los ecuatorianos.