Una calle de honor, formada por 60 automóviles que ofrecen servicio de taxis mediante aplicaciones, recibió los restos de Martha Estefanía Morocho Morocho. El cofre mortuorio, que contenía el cuerpo de la taxista ibarreña, que tenía 26 años, llegó a la capital de Imbabura la noche del domingo. Arribó a bordo de una furgoneta desde Esmeraldas.
Cinco días de búsqueda
Los profesionales del volante se ubicaron en el ingreso norte de Ibarra, en la vía E-35, en Priorato. Ahí los transportistas comentaban sobre la trágica muerte de su compañera, que fue encontrada con signos de violencia en una quebrada de Mataje, en el cantón San Lorenzo, el viernes pasado.
El drama comenzó el martes 7 de enero, un día después de que realizó un viaje desde Ibarra hasta San Lorenzo, llevando a un hombre, cuya identidad se desconoce.
Algunos recordaban que el pasajero la habría contratado anteriormente, por lo que pudo haberle generado confianza. También decían que le habría dicho que era supuestamente militar.
Estefanía tenía título de enfermera
El 13 de enero fue sepultada en el Cementerio San Miguel. Durante la noche anterior, sus familiares y amigos la despidieron en la ceremonia de velación, que se realizó en el sector de El Churo, en la zona alta de La Dolorosa de Priorato.
Rosa Enríquez, la abuela materna de Estefanía, lloraba desconsolada, abrazando al ataúd, que estaba envuelto con un plástico color negro. Mientras que Luis Morocho, el abuelo, recordaba que él y su esposa criaron a la fallecida. “Era como nuestra hija”.
Estefanía era la primera de cuatro hermanos. Estudio belleza y enfermería. Sin embargo, los últimos dos años se dedicó a laborar como taxista.
La víctima deja a un niño, de 2 años, en la orfandad. El abuelo estaba preocupado ayer de cómo tomará el pequeño la noticia de que su mamá no volverá más a casa. Luis Morocho, el padre de la fallecida, y otros hijos lloraban inconsolablemente.
A medida que avanzaba la noche, los asistentes elevaban plegarias a Dios, por el descanso de la joven.