Evelina Macías Lopera nació en Balzar, Guayas, en 1908 y se convirtió en un ícono del cine ecuatoriano. Con solo 16 años, protagonizó “El Tesoro de Atahualpa”, interpretando a Raquel, un personaje central en un drama de amor y traición.
Esta película marcó su debut y la consolidó como la primera actriz del cine ecuatoriano. Evelina, conocida también como Evelina Orellana y Evelyn Nayoor, adoptó estos nombres artísticos para esquivar las críticas de una sociedad conservadora que veía con desdén el oficio de actriz.
Cine ecuatoriano en los años 20
El surgimiento del cine ecuatoriano, que este mes celebra su centenario; y la destacada actuación de Evelina Macías, como actriz, se entrelazaron de manera significativa. Durante la década de 1920, una época de cambio y experimentación, Augusto San Miguel, un joven visionario, fundó la Ecuador Film Co. en 1924.
Equipado con tecnología importada de Europa, San Miguel se dedicó a crear las primeras películas de ficción y documentales del país, estableciendo así los cimientos de la industria cinematográfica en Ecuador.
Este entorno dinámico y pionero brindó la plataforma ideal para que talentos emergentes como Evelina pudieran florecer y dejar una marca inolvidable en la cultura cinematográfica nacional.
En medio de este florecimiento cinematográfico, Evelina continuó su carrera, participando en otras películas significativas como “Soledad” (1925) y “Guayaquil de mis amores” (1930). Esta última fue destacada por ser la primera producción ecuatoriana con doblaje sonoro en vivo.
Hacer cine en los tiempos de Evelina Macías no era una tarea sencilla, especialmente para las mujeres, según la Cinemateca Nacional del Ecuador. El entorno estaba cargado de prejuicios y machismo que limitaban enormemente las oportunidades y el reconocimiento de las mujeres en la industria cinematográfica.
Evelina, con su talento y determinación, no solo desafió estas limitaciones, sino que también se convirtió en un símbolo de resistencia y superación. A través de su trabajo, Evelina demostró que las mujeres podían contribuir significativamente al cine, tanto delante como detrás de las cámaras. Su legado perdurable es un testimonio de la importancia de luchar contra la discriminación y los estereotipos de género.
