miércoles, 24 diciembre 2025
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Al son de violines y guitarras, la fe de los devotos de la parroquia Miguel Egas Cabezas se expresa  en la Novena de Navidad con rezos y canciones  que combinan español y kichwa. Por casi tres décadas, esta iniciativa comunitaria se desarrolla en Peguche, combinando lo religioso con su identidad cultural y lingüística.

Popular Novena en los barrios

El barrio Tahuantinsuyo fue uno de los que acogieron la Novena, donde más de 100 moradores de este y otros sectores, ubicados alrededor de la venerada figura que recuerda el nacimiento de Jesús, iniciaron la actividad que reúne de entre 80 y, en algunos casos, hasta a 400 personas.


Guiados por Héctor Cachiguango, organizador de este encuentro espiritual y líder del grupo del Niñito Jesús del barrio Santa Lucía, desde los más pequeños hasta los más grandes de la comunidad participan desde el 16 de diciembre en las oraciones y alabanzas que recitan. 

Fusión de kichwa y español

Aquí, la música es el elemento distintivo. Un grupo integrado por tres guitarristas y otros tres violinistas interpreta los villancicos tradicionales y canciones en kichwa creadas por ellos mismos que son coreadas por los asistentes, según explicó Cachiguango.

“Chiri Tuta”, que significa “La Noche Fría”, fue la primera canción que tocaron en la séptima noche de la Novena, un tema que habla sobre la búsqueda de un lugar cálido para el Niñito en medio del gélido aire nocturno.

Seguido de oraciones y reflexiones, el momento se complementa con otra de las melodías de nombre “Paqui Ninchi Yaya Dios”, que es parte de un total de 10 temas  que se van alternando cada día.

Para Cachiguango, integrar el kichwa al desarrollo de la Novena es vital para fomentar su uso en las nuevas generaciones. “Nosotros debemos fomentar nuestra habla, el kichwa, a los niños. Entonces, como los niños ahora hablan más español, nuestra meta es hacerles entender nuestro idioma”, expresó.

Adoración al Niñito

Cada noche de la Novena, el Niñito Jesús, que tiene más de 30 años de historia, nombrado patrono del barrio Santa Lucía por sus fundadores, recorre los hogares que voluntariamente solicitan recibirlo.

 Las familias se organizan con anticipación y se sortean las fechas para garantizar que cada noche tenga un espacio asignado. Tras culminar las celebraciones el 25 de diciembre, la imagen regresa al nicho que mantiene la comunidad, hasta el siguiente año.

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