El Papa Francisco fue el primero en muchas cosas. Así lo recuerda el departamento de prensa de la Iglesia Católica. El primer Papa jesuita, el primer Papa originario de América Latina, el primero en elegir el nombre de Francisco sin un numeral, el primero en ser elegido con su predecesor aún vivo, el primero en residir fuera del Palacio Apostólico, el primero en visitar tierras nunca antes tocadas por un Pontífice -desde Irak hasta Córcega-, el primero en firmar una Declaración de Fraternidad con una de las principales autoridades islámicas y el primero en declararse seguidor de un equipo de fútbol.
Su muerte
Después de haber luchado por casi cinco semanas en un hospital contra una grave neumonía, Francisco tomó su férula papal y volvió a ponerse en pie, haciendo algunas apariciones públicas.
Aunque, durante la Semana Santa, faltó a los servicios del Viernes Santo y el Sábado Santo, sí conmemoró el Jueves Santo con la tradicional visita a la prisión de Regina Coeli. Sin embargo, no participó en la tradición del lavatorio de pies a los presos.
El domingo, con un rostro visiblemente afectado, fue visto por última vez por los fieles católicos, quienes tuvieron la fortuna de recibir su última bendición, seguramente para muchos la más santa de todas, antes de dejar esta vida. “Renovemos nuestra esperanza y nuestra confianza en los demás, incluso en quienes son diferentes a nosotros o vienen de tierras lejanas, trayendo costumbres, formas de vida e ideas desconocidas. Porque todos somos hijos de Dios”.
Estas fueron las últimas palabras que dejó el Papa Francisco en su última aparición este Domingo de Resurrección como parte del tradicional mensaje de Pascua. Lo leyó un clérigo asistente desde el balcón de la Basílica de San Pedro mientras él observaba.
Menos de 24 horas después, el Vaticano anunciaba su fallecimiento en Roma.
Su conexión con Latinoamérica
Aunque Francisco nació en Argentina y fue arzobispo de Buenos Aires antes de participar del cónclave en el Vaticano que elegiría al sucesor de Benedicto XVI, nunca más regresó a su país. El Papa viajó a cuatro de los cinco países que limitan con Argentina: Brasil fue su primer viaje al exterior, a tres meses de asumir, en 2013, Bolivia y Paraguay en 2015 y Chile en 2018. También viajó a otros países de América Latina, incluyendo a Cuba, México, Perú y, por supuesto, como lo hiciera en su tiempo Juan Pablo II, llegó al Ecuador en julio de 2015. En aquel año, decenas de personas en Quito y Guayaquil salieron a las calles para recibir la bendición del Pontífice.
Llegó a Tababela
El Papa llegó al país el 5 de julio en un vuelo de la aerolínea Alitalia y al pisar suelo ecuatoriano fue recibido por una leve caricia del viento capitalino, que le despojó de su solideo.
Al descender por las escalinatas, se juntó en un abrazo con el presidente Rafael Correa Delgado para después recorrer ocho kilómetros en el papamóvil. Su visita marcó un hito en la vida religiosa de Ecuador. En los tres días presidió misas multitudinarias y se reunió con diversas autoridades, comunidades religiosas y sectores vulnerables. En su discurso, el Pontífice destacó la importancia del diálogo, la justicia social y el cuidado de la creación. En la capital ecuatoriana, el Papa celebró una multitudinaria eucaristía en el Parque Bicentenario, congregando a más de un millón de personas.
La piedra en su zapato
Cuando el Papa Francisco asumió el poder en 2013, la Iglesia católica estaba envuelta en un escándalo mundial por los abusos sexuales a menores de edad cometidos por sacerdotes y los intentos de la institución por encubrirlos.
Creó en su segundo año de papado un grupo internacional de expertos para recomendar cómo proteger a los menores de edad, pero la comisión estuvo envuelta en la polémica y cinco años después, el papa convocó a los jefes de 114 conferencias episcopales de todo el mundo con el jefe de las iglesias católicas orientales y superiores de congregaciones religiosas para una cumbre de cuatro días sobre “la protección de menores de edad”.
En ella se escucharon relatos devastadores de supervivientes de abusos y críticas mordaces desde dentro de la Iglesia. Francisco puso a disposición de los tribunales laicos las denuncias, testimonios y documentos de los juicios internos de la Iglesia. Las víctimas pudieron acceder a sus expedientes y a cualquier sentencia.
Los sucesores y el conclave con bandera ecuatoriana
La muerte del papa Francisco, a sus 88 años de edad, da paso al famoso cónclave, donde los cardenales de todo el mundo, incluyendo el arzobispo ecuatoriano Luis Cabrera, participarán para elegir a su sucesor. Pero de qué se trata esta reunión de los máximos líderes de la Iglesia Católica.
El cónclave es la reunión secreta y solemne de cardenales para elegir al nuevo Papa. Cuando fallece o renuncia un pontífice, los cardenales menores de 80 años se reúnen en la Capilla Sixtina, completamente aislados del exterior.
El proceso combina tradición milenaria y estrictas reglas: los cardenales juran secreto absoluto y votan hasta cuatro veces diarias.
Cada uno escribe su elección en una papeleta y la deposita en una urna, pronunciando un juramento. Se necesita la mayoría de dos tercios para elegir al nuevo Papa. Tras cada votación sin ganador, las papeletas se queman con productos químicos que producen humo negro.
Cuando hay elección, el humo blanco anuncia al mundo la noticia. Finalmente, desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, se proclama “Habemus Papam” (“Tenemos Papa”) y el elegido aparece para su primera bendición.
Estos son los principales candidatos:
- Robert Sarah (Guinea, 79 años)
- Matteo Zuppi (Italia, 69 años)
- Malcolm Ranjith (Sri Lanka, 77 años)
- Pietro Parolin (Italia, 70 años)
- Luis Tagle (Filipinas, 67 años)
- Péter Erdó (Hungría, 72 años)
- Pierbattista Pizzaballa (Italia, 59 años)
- Fridolin Ambongo Besungu (República Democrática del Congo, 65 años)
- Jean-Marc Aveline (Argelia, 66 años)
- Willem Eijk (Países Bajos, 71 años)
- Anders Arborelius (Suiza, 75 años)
- Charles Maung Bo (Myanmar, 76 años)
