Las elecciones de febrero, pero sobre todo el trabajo cumplido por varias “autoridades” en la última administración de los GAD tanto de provincias como de cantones y parroquias, deja muy claro que hay personajes que huelen a cadáveres políticos. En varias provincias, pero más en el norte del país, es muy evidente que los politiqueros que a ultranza buscaban volver a ocupar dignidades, ya deben dar un paso al costado, primero porque el pueblo ya conoce de sus andanzas y pecados y segundo, porque se identifica su personalismo, individualismo y olvido de formar nuevos líderes en sus partidos. Se creyeron “Adonis” y se convencieron que sin ellos no hay gestión ni desarrollo. ¡Qué equivocados!