domingo, 12 octubre 2025
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El camino de Sandra Robalino Fernández estuvo marcado por el pentagrama musical, desde niña. Notas, escalas, compases, claves y bemoles la acompañaron en su crecimiento. Su padre Jacinto, quien es músico, vio en ella un talento nato y la formó. La joven quiteña es contrabajista gracias a sus abuelos, quienes le mandaron a fabricar su instrumento desde la capital de la música Loja, y fue como su primer y único amor. Actualmente, como maestra musical, quiere sembrar la misma pasión, que ella sintió de niña, a los jóvenes talentos de Imbabura y de todo el país.

 

Su formación

Estudió y se graduó como pianista en el Conservatorio Nacional, y luego continuó con las cuerdas en el Conservatorio Nacional del Ecuador y en la Fundación Orquesta Sinfónica Juvenil del Ecuador FOSJE, y en la Universidad de los Hemisferios. Sus maestros fueron Patricio Aizaga y José Zambrano, este último de nacionalidad venezolana, quien trajo al país el proyecto denominado “Acción Social con la Música” del reconocido maestro José Antonio Abreu.

Una resistencia con la música

El gran proyecto del maestro Abreu le inspiró a Sandra Robalino a comenzar su labor de enseñanza. Ha dirigido las orquestas infantiles y juveniles de la Fosje-Quito, Sinfonía por la Vida-Esmeraldas, Takiri-Otavalo esta última de la que también es fundadora. Porta la batuta del ensamble “Esmeraldas de Hoy” que fusiona los ritmos ancestrales con los sonidos de las cuerdas frotadas y las percusiones propias de la región pacífica ecuatoriana, del cual también es fundadora. Sandra Robalino cree firmemente en la música como un medio para embellecer, resistir y cambiar la vida de las personas. 

Su conexión con la Ciudad Blanca llegó en 2023, cuando gracias a la invitación de Ghandhy Rubio se hizo cargo como directora del Coro Infantil y la Orquesta Juvenil de Ibarra. “Este proyecto tiene un tinte social bastante importante, en medio de tantas malas noticias, estos espacios de arte son claves”, señaló.

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