El primer sistema de transporte subterráneo de Ecuador cumple su primer aniversario con luces y sombras. Sus logros son innegables: más de 53 millones de usuarios transportados, reducción de 65.000 toneladas de emisiones contaminantes y una innovadora infraestructura que conecta 22 kilómetros de la capital. Sin embargo, el proyecto no está exento de críticas. La inversión millonaria, mayoritariamente financiada con recursos públicos, genera debates sobre su costo-beneficio. La dependencia de tecnología y trenes extranjeros, principalmente españoles, también ha generado cuestionamientos sobre la autonomía tecnológica nacional. No obstante, el Metro representa más que infraestructura: es un símbolo de modernización. Con 600.000 usuarios usando medios digitales y una unidad policial especialmente dedicada a su seguridad, el sistema redefine la experiencia de movilidad en Quito.