El pasado viernes 10 de octubre, el Congreso peruano destituyó a Dina Boluarte por “incapacidad moral permanente”, culminando una gestión marcada por escándalos como Rolexgate, cirugías estéticas ocultas y represión violenta de protestas que dejó más de 50 muertos. Esta decisión, aunque celebrada como fin de una era de impunidad, responde más a cálculos electorales del Congreso que a un genuino afán de justicia. Su evidente error fue no defenderse ante el Legislativo, optando por un mensaje televisado que selló su destino. Sin embargo, esta salida no resuelve la crisis sistémica; solo pospone el vacío de poder rumbo a 2026, donde un Congreso desacreditado podría perpetuar la corrupción. El nuevo mandatario es un abogado limeño, de 38 años, quien dirigirá el país hasta las próximas elecciones. Se postuló al Congreso en las parlamentarias de 2021 y obtuvo poco más de 11 mil votos. Es el séptimo jefe del Estado en ocho años.