La gente ya se está acostumbrando a pasar largas horas sin agua potable. Ha perdido la capacidad de asombro y se ha conformado con recoger el líquido “por si acaso” se le suspenda el servicio. Esto no debe pasar, o por lo menos no debería pasar, si hablamos de un planeta que ha evolucionado tanto. Pero al parecer ese desarrollo también nos ha dejado vulnerables. ¿Qué podemos hacer ante el fracaso de las autoridades y gobiernos? ¿A quién le corresponde buscar una solución? ¿Qué dicen los entendidos? La academia. Ellos tienen un papel crucial en abordar la crisis del agua mediante investigación innovadora, formación de profesionales y vinculación social. Debe desarrollar tecnologías sostenibles, formar expertos interdisciplinarios y generar conciencia pública. Su responsabilidad incluye crear puentes entre sectores, aportar conocimiento para políticas públicas y transformarse en un motor de cambio que proponga soluciones integrales.