Antes de proclamar ganadores o perdedores, luego del domingo 16 de noviembre, hay que considerar que este proceso electoral tuvo momentos sin precedentes. Se trató de un apurado referendo y una consulta popular sin espacio a la discusión real, una campaña que no pasó más allá del post de tiktok y el mensaje de whatsapp. Pero el Gobierno desestimó el voto real del país, el que se discute en la mesa del almuerzo, el del padre con el hijo, el de compañeros de universidad, el del jefe y el empleado. Ese sujeto invisible, fuera de toda la IA, que no es ni target, ni buyer persona; ese es el que decidió en las urnas. Aceptar el resultado es un buen ejercicio de madurez democrática de este Gobierno, a pesar de que su máximo líder no dio la cara, recurrió al posteo. Señor Gobierno, el pueblo habló y le dijo que debe sentarse a trabajar con lo que tiene y que no es necesario descubrir el agua tibia, cuando un país se cae a pedazos.