La sagrada misión del ‘taita’ en su paso por la tierra

En el silencio de cada amanecer, un ‘Taita’ (y lo escribimos así, por una conexión con los ancestros) abraza la misión más sublime que puede recibir el corazón humano: forjar un futuro, construir un legado que trasciende el tiempo. Ser padre es ser arquitecto de sueños y guardián de esperanzas. La paternidad no se mide en perfección, sino en presencia. En esta tierra donde caminamos por tiempo limitado, cada padre planta semillas que florecerán mucho después de que sus pasos ya no marquen el suelo. Sus palabras se convierten en la voz interior de sus hijos; sus acciones, en modelos de integridad; su amor, en la medida con la que amarán al mundo.
El verdadero legado paterno se construye en momentos invisibles: historias antes de dormir, manos extendidas cuando tropezamos, miradas que susurran confianza. En un mundo fragmentado, la paternidad es un acto revolucionario de esperanza.