Ecuador enfrenta un momento decisivo que exige madurez democrática y visión de Estado. Más allá de las diferencias ideológicas, es imperativo reconocer que el pueblo soberano ha ejercido su derecho al voto, y esa voluntad merece respeto absoluto.La democracia no termina en las urnas; comienza allí. El verdadero desafío es construir consensos que trasciendan colores políticos y ambiciones personales. Ecuador necesita líderes capaces de sumar, no de dividir; estadistas que antepongan el bien común a los intereses partidistas. Ya hemos soportado años de polarización. Este no es tiempo de confrontación estéril ni de obstruccionismo. Es momento de tender puentes, dialogar con altura y trabajar unidos por las soluciones que el país demanda. La historia juzgará a quienes eligieron la polarización sobre la concordia. Convocamos a todos los ecuatorianos —gobernantes, legisladores, ciudadanos— a honrar nuestra democracia.