La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024, celebrada a lo largo del río Sena, ha generado una intensa polémica debido a una representación artística de «La Última Cena» que muchos han considerado ofensiva. El evento, diseñado para resaltar la inclusión y la diversidad, incluyó una versión de la famosa pintura de Leonardo da Vinci interpretada por actores drag, lo que provocó reacciones encontradas entre diferentes sectores de la sociedad.
La intención de los organizadores era celebrar la diversidad del arte, la música y las orientaciones sexuales, destacando los valores de una sociedad moderna y abierta. Defensores de la comunidad LGBTQ+ aplaudieron la puesta en escena, calificándola como un mensaje de aceptación y diversidad. Para ellos, la representación rompió con estereotipos y fomentó una visión inclusiva de la sociedad moderna.
Sin embargo, sectores conservadores y religiosos criticaron duramente la actuación. Calificaron la representación como una blasfemia y un menosprecio hacia un símbolo sagrado del cristianismo. Las redes sociales se llenaron de mensajes de indignación, acusando a los organizadores de falta de respeto y apropiación cultural.
La ceremonia, que duró casi cuatro horas, se llevó a cabo entre el Pont d’Austerlitz y el Pont d’Iéna, con 205 delegaciones desfilando sobre 80 botes en el río Sena. El evento, que buscaba democratizar el acceso al espectáculo olímpico, fue gratuito para cientos de miles de espectadores que se alinearon a lo largo del río, mientras otros lo veían a través de pantallas gigantes dispuestas en distintos puntos de París.
El presidente del Comité Organizador, Tony Estanguet, defendió la decisión de realizar la ceremonia en el Sena como una forma de situar el evento en el corazón de la ciudad, rompiendo con la tradición de celebrar la inauguración en un estadio olímpico. La ceremonia incluyó actuaciones acrobáticas y deportivas, así como una variedad de espectáculos en los puentes y monumentos emblemáticos a lo largo del río.
Disculpas y debate
Ante la controversia generada, los organizadores de París 2024 emitieron disculpas a los grupos religiosos ofendidos, resaltando que la intención nunca fue faltar al respeto, sino promover un mensaje de inclusión y unidad a través del arte. La polémica ha abierto un debate más amplio sobre el papel del arte en la sociedad y su capacidad para reflejar y cuestionar la realidad social y cultural.
La ceremonia de inauguración de París 2024, a pesar de su innovador enfoque y espectacular ejecución, ha demostrado que la representación de símbolos religiosos en contextos artísticos puede generar fuertes reacciones y debates sobre el respeto a las creencias y la libertad de expresión. La discusión sobre los límites del arte y la sensibilidad religiosa continúa, reflejando las tensiones de una sociedad en constante evolución.
