Las palabras dichas por el ministro de Energía, Antonio Goncalves, ante la crisis energética sin precedentes que vive el país, son nada alentadoras.

 Al ser consultado por los medios de comunicación sobre el tiempo de duración de los apagones, el propio secretario de Estado contestó que “solo Dios sabe”. “Dependemos mucho de la hidrología, no puedo adelantarle algo que solo Dios sabe”. 

Entonces el país se pone en manos del Creador, no hay un plan en firme que evite los racionamientos. Las barcazas no han sido la solución, tampoco la intervención de 300 millones de dólares en transmisión eléctrica, y mucho menos las otras fuentes de energía térmica u eólica.

 Por tercera vez, en la breve historia política de Daniel Noboa, existen apagones programados (entre comillas porque ni eso se cumple), después de promesas de campaña que se apagaron como la luz. Tocará comprar velas, pero para ponerle a los santos, a ver si llueve.