En las zonas bajas de San Juan del Inca, perteneciente a la parroquia de Pimampiro, se han registrado, durante los últimos 4 años, ataques hacia los animales de campo, por parte de los osos andinos.
Por lo que los agricultores exigen soluciones ante las amenazas del “osito” en la Comunidad del Inca, que se ha convertido en un “problema de largo tiempo, sin solución”.
Testimonios de los moradores
Tomás Núñez, agricultor de la Comunidad del Inca, ha manifestado la difícil situación que atraviesan debido a los constantes ataques de un oso andino en la región.
Según relatan los moradores, el problema se ha presentado desde hace más de cuatro años. “Hace cuatro años, la ingeniera Dora Cuamacas y también el biólogo Andrés Laguna, quienes han dado seguimiento, ya vinieron, conocen todo este problema que tenemos nosotros”, expresó Núñez refiriéndose a las visitas de las autoridades.
Sin embargo, a pesar del conocimiento de la problemática, las soluciones no han llegado: “Lo que queremos es que nos ayuden, pero la ayuda que nos llegue a tiempo”, expresaron los moradores.
Consecuencias económicas
Los ataques del oso no solo han afectado la tranquilidad de la comunidad, sino también su principal fuente de ingresos. . “El biólogo me dijo que cambiemos de especie, ya compré ganado, ahora el ganado también ya sigue atacando, los borregos se acabaron”, afirmó Tomás Núñez.
A esto se suman los elevados costos de mantener a los animales: “La vacuna era comprada en USD. 600, a la vuelta de un año vale unos USD.1200”, comentó, evidenciando las dificultades que enfrentan para sostener su actividad agrícola. Luis Hurtado, otro agricultor de la comunidad, también ha sido víctima de los ataques. “Teníamos una manada de borregos, pero el oso se los comió”, relató, sumando una pérdida aproximada de mil dólares.
Inacción de las autoridades
Pablo Núñez, otro agricultor de la comunidad, relató cómo, durante años, culparon a los lobos de la desaparición de sus ovejas, pero luego descubrieron que el responsable era el oso andino. A pesar de los acercamientos con el Ministerio del Ambiente, las soluciones no han sido efectivas: “Nos decían que pongamos trampas y cercas eléctricas, pero vemos que eso no está dando resultados”. Las pérdidas de ganado se acumulan y las medidas implementadas no han dado fruto. “El oso no respeta, las trampas no sirven”, concluyó Núñez.
Los testimonios de los afectados reflejan la gravedad de la situación. “Nosotros, por ejemplo, tenemos nuestros hijos, los mandamos a ver el ganado, pero con esto no se tiene confianza”, expresó Núñez, preocupado por la seguridad de su familia.