Cada proceso electoral en Ecuador despierta esperanzas y desafíos. Los votantes acuden a las urnas con la expectativa de un cambio real, anhelando seguridad, estabilidad económica y oportunidades. El domingo más de 13 millones de ecuatorianos decidieron su futuro en un contexto marcado por el narcotráfico y la violencia. Sin embargo, la democracia no termina en las urnas. Los políticos electos tienen el deber de dejar atrás disputas partidistas y trabajar unidos por el país. La confrontación estéril solo debilita las instituciones y frustra las esperanzas ciudadanas. Ecuador necesita liderazgo con visión y acuerdos sólidos que prioricen el bienestar común sobre los intereses personales. Más allá de quién gane, el verdadero reto será construir consensos para enfrentar la crisis económica y recuperar la paz. El país exige unidad, y el voto de hoy debe ser el primer paso hacia un futuro mejor.